4 oct 2010

Nimiedades

Hago un uso excesivo de la cafeína porque al menos para mí es el maridaje perfecto entre leer y escribir.

Me hallo frente a un monitor y en mis manos recae un teclado que hacen de mi acontecer, pretender actuar como el escritor que algún día quise ser. Subiendo la mirada, me percato de la naturaleza: árboles y un cielo despejado; el frío de este otoño parece apoderarse de un invierno precoz. El clima encaja a la perfección con los pensamientos, porque, hay ocasiones en que la mente se siente rodeada de reflexiones que auto complacen. Esta tarde es así.

Llevo tres días pensando en aquella historia que en alguna oportunidad leí. Es quizá por lo acontecido, por la realidad de un suceso cursi donde te ves reflejado y donde probablemente jamás percibirás. Aquella historia es un acontecimiento totalmente mundano. De amor, de imaginación; la cual recuerdo medianamente así:

En Nueva York, un joven se dirigía en metro hacia la universidad. En su trayecto ve a quien físicamente proyecta como el 'amor de su vida'. Por alguna situación, no cruza palabra alguna con ella. Después, se arrepiente. Su mente no deja de pensar en aquella mujer quien no sólo era de su agrado visual, sino que también percibía en ella la expresión corporal que él tanto agradece; esa pequeña fórmula que es indescriptible, indescifrable, propia del gusto personal (haciendo válida la redundancia). Entonces, tomando uso de las tan infravaloradas por unos o sobrevaluadas por otros, redes sociales, publica un anuncio de "búsqueda" donde describe a la perfección a la mujer; desde la ropa y el color de ésta, hasta la estación del metro donde se encontraron y la dirección que ella tomó. No obstante con lo anterior, dibujó a la chica en cuestión justo como la vio (color de vestido, accesorios, look, etc.) y en conjunto, difundió la descripción con el dibujo. Al término de una semana, estas dos personas se conocieron e hicieron de una historia onírica, una real. Algunos meses percibieron el amor, después, finalizaron su relación.

Entonces, no dejo de pensar en aquella historia. Sé que todo sucede en el tiempo y somos víctimas de él arrepintiéndonos del "hubiera". A veces comienzo por detestar aquel cliché de "todo pasa por algo, porque quizá no era para ti". Ojalá fuera posible que los seres humanos nos jactáramos en decir "lo intenté y pasó nada; sin embargo, seré terco y lo volveré a intentar"; no sé.

La cotidianidad seguirá su curso. Eso todos los sabemos pero nadie lo puede cambiar. Continuaremos con nuestras vidas en busca de esto, de aquello, de eso y, en el camino desearemos la felicidad. Viviremos de recuerdos, y en algunos, inmediatamente expresaremos una sonrisa que será el enigma de nuestra imaginación. El misterio de un pasado que por falta de palabras o de utopías, jamás se experimentó.

Percibiremos la vida como viene, olvidándonos del pasado y del futuro también; encontrándonos sólo, en el presente infinito del ser. Quizá, sólo recuerde que en algún lugar existe alguien por quién dejaría todo y hacer de lo inimaginable algo realizable aunque ahora no sepa, ni siquiera... su nombre.

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