30 ago 2009

Un amigo de ensueño

Este fin de semana tuve sueños extraños, apocalípticos quizás; no obstante relacionados con circunstancias reales y de mi cotidianidad. Realmente me sorprende la forma en que veo catapultada mi vida a través de lo onírico. Disfruté demasiado esto porque me doy cuenta que Rulfo tiene razón cuando dice que la vida a veces no es muy seria en sus cosas; y como digo yo, que el insomnio no es tan preocupante como a veces suele ser y que no se debe ser tan mediocre como para pensar que la vida se encierra en el conformismo de algún día morir. Aunque tampoco se encierra en una habitación, en una oficina o en un salón de clases. La vida como en los sueños, es más que eso; es llevar la vida a los sueños y los sueños a la vida.

Pues bien, hacía rato que no dormía tan conforme y plácidamente; aunque parezca algo indiferente, también lo disfruto.

Llegó el domingo y con ello lo que era una tarde de cerveza y billar, se convirtió en una de hamburguesas, excelente fútbol y la charla con mi mejor amigo. Instantes que parecían exiliarse pero que gustosamente comienzan a recordar aquellos buenos tiempos. Momentos reflejando que la vida no está para eximirse de lo que puede dar la fraternidad, la confianza y la oportunidad de remediar errores; de los cuales, uno aprende fielmente.

Amo que la vida sea así: cuando los mejores instantes de todo aquello mundano, vienen de lo inesperado, de lo no planeado... de lo imprevisto. Definitivamente demasiadas escenas inolvidables y agradables de mi vida, las he tenido con F. (en el buen sentido del vivir). Personas llegarán y otras se marcharán, pero algunas siempre permanecerán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario