2 sept 2010

Dejen escribo mi legado y pronto estaré a su lado

Podría contar las ocasiones en que he tenido jaqueca. Agradezco que sean pocas. Eran las 6:30 de la tarde y me trasladaba a la universidad para mi clase de 7:00. Tengo examen. El dolor de cabeza se asienta y no me deja en paz. No quiero leer, menos estudiar. No quiero escuchar. No quiero mirar. No al menos hasta que termine el aquejo.

El dolor culminó a las 23 horas. De regreso a casa vengo pensando que necesitaba escribir porque tengo comprobado que es una terapia para mí.

En la mochila se hallan un paraguas y un libro de Carlos Monsiváis. Pretendo formarme el hábito de leer en mis trayectos. Es el camino de la escuela al hogar y ni siquiera imagino en continuar mi lectura. Abusando del cese del dolor, vengo pensando qué escribir, qué transmitir o qué imaginar; pero hondamente sé que algo no está bien.

No entiendo esa sensación que repentinamente me asalta y me agobia. Se torna recalcitrante esa costumbre de voltear a ver mis múltiples errores y, en algunos, lamentarlos arduamente. Me apuntan como un revólver y dispuesto estoy a postrarme en la pared y ser fusilado por ellos. No exagero.

De pronto recuerdo aquel ensayo de José Saramago que hace mención de la ceguera. Y en efecto me doy cuenta que las personas -sin percatarnos- perdemos (figuradamente) la vista poco a poco y nos transformamos, haciendo de nuestros actos, una mezquindad. Entonces, me cuestiono si es mi caso.

En mi laberinto de ideas, concluyo en una cosa: El legado. Coincidentemente porto un libro de Carlos y aludo a José; dos escritores que han dejado una herencia trascendental para la humanidad y que hace algunos meses, se han marchado de ésta. Murieron sabiendo que sus pensamientos e historias de vida recorrerán generaciones enriqueciendo conciencias.

¿Nosotros qué hemos hecho no si preocuparnos por cosas superfluas y buscar a costa de todo una felicidad que perdura sólo instantes? ¿Nosotros qué hemos hecho no si masificar nuestras vidas? ¿Nosotros qué hemos hecho no si en lugar de resarcir nuestros malos actos, continuar en la ausencia de conciencia?

Mi abuela paterna también murió en este año. Pocas cosas cambiaron a raíz de ello. Si a caso la familia más próxima se enteró. Volví a reflexionar otra vez. ¿Legados? (...) Mejor pienso y busco bellos recuerdos.

Luego, llego a casa. Es la noche del dos de septiembre. Me dispongo a escribir cualquier situación mundana. Reviso las últimas noticias:

"Germán Dehesa falleció a las 6:30 p.m."

...Un legado nació.

No hay comentarios:

Publicar un comentario